Misión

Ir y hacer discípulos semejantes a Cristo, enfocados en las nuevas generaciones a través de las familias, en la zona norte de la Sabana de Bogotá.

  • Historia

    Una fe santa

    Desde sus inicios, la Iglesia del Nazareno ha confesado que es una rama de la iglesia “santa, universal y apostólica” y ha procurado ser fiel a ella. La iglesia ha considerado como si fuera suya la historia del pueblo de Dios preservada en el Antiguo y Nuevo Testamentos y ha asumido esa misma historia tal como se ha extendido desde los días de los apóstoles hasta los nuestros. Considerándolo como su propio pueblo la iglesia ha abrazado al pueblo de Dios a través de las edades, los redimidos por medio de Jesucristo, cualquiera que sea la expresión de la iglesia a que hayan pertenecido. Nuestra iglesia recibió los credos ecuménicos de los primeros cinco siglos cristianos como expresiones de su propia fe. Si bien la Iglesia del Nazareno ha respondido a su llamamiento especial de proclamar la doctrina y experiencia de la entera santificación, ha tenido el cuidado de retener y de nutrir su identidad con la iglesia histórica mediante la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos, su insistencia en desarrollar y en mantener un ministerio verdaderamente apostólico en fe y práctica, y su compromiso de inculcar disciplinas para que sus miembros tengan un estilo de vida y de servicio a otros como el de Cristo.

    El avivamiento wesleyano

    Esta fe cristiana ha sido transmitida a los nazarenos a través de corrientes religiosas históricas, en particular por el avivamiento wesleyano del siglo XVIII. A principios de la década de 1730, surgió en Inglaterra el avivamiento evangélico más amplio, dirigido principalmente por Juan Wesley, su hermano Carlos y Jorge Whitefield, ministros de la Iglesia Anglicana. A través de sus vidas, muchos hombres y mujeres se alejaron del pecado y recibieron el poder para servir a Dios. Este movimiento se caracterizó por la predicación de laicos, el testimonio, la disciplina y la creación de círculos de discípulos vehementes; los grupos fueron llamados “sociedades”, “clases” y “bandas”. Visto como un movimiento espiritual, los antecedentes de ese avivamiento incluyeron el pietismo alemán tipificado por Philip Jacob Spener, el puritanismo inglés del siglo XVII y un despertamiento espiritual en la Nueva Inglaterra (Estados Unidos) descrito por el pastor-teólogo Jonathan Edwards.

    La fase wesleyana del gran avivamiento se caracterizó por tres hitos teológicos: La regeneración por la gracia a través de la fe, la perfección cristiana o santificación por la gracia a través de la fe y el testimonio del Espíritu de la seguridad de la gracia. Una de las contribuciones distintivas de Juan Wesley fue su enseñanza sobre la entera santificación en esta vida, como provisión de la gracia de Dios para el cristiano. Los primeros esfuerzos misioneros del Metodismo Británico principiaron diseminando ese énfasis teológico por todo el mundo. En Estados Unidos, la Iglesia Metodista Episcopal fue organizada en 1784 y la declaración de su propósito fue “reformar el continente y diseminar la santidad bíblica por todas estas tierras”.

    El movimiento de santidad del siglo XIX. En el siglo XIX, en el este de los Estados Unidos, hubo un despertamiento y renovado interés por la santidad bíblica, que se extendió por toda la nación. Timothy Merritt, ministro metodista y director fundador de la revista Guide to Christian Perfection, fue uno de los dirigentes del avivamiento de santidad. El personaje central del movimiento fue la señora Phoebe Palmer, de Nueva York, quien dirigía la Reunión de los Martes para la promoción de la santidad, en la cual obispos, educadores metodistas y otros ministros se unieron al grupo original de mujeres en la búsqueda de la santidad. Durante cuatro décadas, la señora Palmer promovió la fase metodista del movimiento de santidad hablando en público, escribiendo y como directora del influyente periódico Guide to Holiness.

    El avivamiento de santidad trascendió los linderos del metodismo, Charles G. Finney y Asa Mahan, ambos de la Universidad de Oberlin, le dieron dirección al interés renovado en la santidad en círculos presbiterianos y congregacionales, y el predicador de avivamientos William Boardman hizo lo mismo. El evangelista bautista A. B. Earle se contó entre los líderes del movimiento de santidad dentro de su denominación. Hannah Whitall Smith, una popular evangelista de santidad de la iglesia cuáquera, publicó su libro El secreto de la vida cristiana feliz (1875), un texto clásico sobre la espiritualidad cristiana.

    En 1867, los ministros metodistas John A. Wood, John Inskip y otros, empezaron en Vineland, New Jersey, el primero de unalarga serie de cultos campestres nacionales. También organizaron “The National Camp Meeting Association for the Promotion of Holiness” (Asociación nacional de cultos campestres para promover la santidad), que llegó a ser conocida como “National Holiness Association” (que ahora es la Asociación Cristiana de Santidad). Hasta los primeros años del siglo XX esa organización auspició reuniones campestres de santidad por todos los Estados Unidos. También se organizaron asociaciones de santidad locales y regionales, así como un grupo vigoroso de casas publicadoras que produjeron muchas revistas y libros.

    El testimonio de la santidad cristiana desempeñó funciones de diversas magnitudes en la fundación de la Iglesia Metodista Wesleyana (1843), la Iglesia Metodista Libre (1860), y en Inglaterra, el Ejército de Salvación (1865). En la década de 1880 nacieron varias iglesias nuevas de santidad entre las que se cuentan la Iglesia de Dios (Anderson, Indiana) y la Iglesia de Dios (de Santidad). Otras tradiciones religiosas ya existentes también recibieron la influencia del movimiento de santidad incluyendo a ciertos grupos de Menonitas, Hermanos y Amigos, que aceptaron la posición wesleyana de santidad sobre la entera santificación. La Iglesia de los Hermanos en Cristo y la Alianza Evangélica de los Amigos son ejemplos de esta amalgama de tradiciones espirituales.

    Se unen grupos de santidad

    La década de 1890 vio la aparición de una nueva ola de grupos de santidad independientes. Estos incluyeron iglesias independientes, misiones urbanas, hogares de rescate y asociaciones evangelísticas y misioneras. Algunos de los miembros de estas organizaciones anhelaban que cierta clase de unión resultara en una iglesia nacional de santidad. La Iglesia del Nazareno nació como resultado de esa clase de impulso.

    La asociación de iglesias pentecostales de Estados Unidos.

    El 21 de julio de 1887, la Iglesia Evangélica del Pueblo fue organizada con 51 miembros en Providence, Rhode Island, con Fred A. Hillery como pastor. El año siguiente, la Iglesia Misionera fue organizada en Lynn, Massachusetts, bajo la dirección de C. Howard Davis como pastor. El 13 y 14 de marzo de 1890 se reunieron en Rock, Massachusetts, los representantes de éstas y de otras congregaciones de santidad independientes y organizaron la Asociación Central Evangélica de Santidad con iglesias en los estados de Rhode Island, New Hampshire y Massachusetts. En 1892, la Asociación Central Evangélica de Santidad ordenó a Anna S. Hanscombe; de hecho, se cree que ella fue la primera mujer ordenada al ministerio cristiano de las congregaciones que más tarde llegarían a formar parte de la Iglesia del Nazareno.

    En enero de 1894, el señor William Howard Hoople, comerciante de la ciudad de Nueva York, fundó una misión en Brooklyn que se reorganizó el siguiente mes de mayo como Tabernáculo Pentecostal de la Avenida Utica. Para el final del siguiente año se habían organizado también la Iglesia Pentecostal de la Avenida Bedford y el Tabernáculo Pentecostal Emmanuel. En diciembre de 1895, delegados de estas tres iglesias adoptaron una constitución, un resumen de doctrinas y estatutos, y formaron la Asociación de Iglesias Pentecostales de América.

    El 12 de noviembre de 1896, un comité conjunto de la Asociación Central Evangélica de Santidad y de la Asociación de Iglesias Pentecostales de América se reunió en Brooklyn y formuló un plan de unión que retuvo el nombre de la segunda para el cuerpo unido. Las personas prominentes en esta denominación fueron Hiram H. Reynolds, H. B. Hosley, C. Howard Davis, William Howard Hoople, y después, E. E. Angell. Algunos de ellos originalmente haían sido predicadores laicos que después fueron ordenados como ministros por sus congregaciones. Esta iglesia era sumamente misionera y bajo la dirección de Hiram F. Reynolds, secretario de misiones, se lanzó a un programa ambicioso de testimonio cristiano a las Islas de Cabo Verde, la India y otros lugares. Su publicación oficial era The Beulah Christian.

    La Iglesia de Cristo de la Santidad

    En julio de 1894, el reverendo R. L. Harris organizó la Iglesia Neotestamentaria de Cristo, en Milán, Tennessee, poco tiempo antes de su muerte. Mary Lee Cagle, su viuda, continuó la obra y llegó a ser su principal dirigente de los primeros años. Esta iglesia, de gobierno estrictamente congregacional, se extendió por el estado de Arkansas y en el oeste de Texas con otras congregaciones dispersas en Alabama y Missouri. La señora Mary Cagle y una colega, la señora Mary E. J. Sheeks, fueron ordenadas en 1899 llegando a ser las primeras de muchas mujeres que fueron ordenadas posteriormente al ministerio.

    Principiando en 1888, los pastores Thomas y Dennis Rogers, de California, organizaron varias congregaciones en Texas bajo el nombre de La Iglesia de Santidad. En 1901, Charles B. Jernigan organizó la primera congregación de la Iglesia Independiente de Santidad en Van Alstyne, Texas. James B. Chapman se afilió en su juventud a esa denominación, la cual creció y prosperó rápidamente. Con el tiempo, las congregaciones dirigidas por Dennis Rogers se afiliaron a la Iglesia Independiente de Santidad.

    En noviembre de 1904, los representantes de la Iglesia Neotestamentaria de Cristo y los de la Iglesia Independiente de Santidad se reunieron en Rising Star, Texas, donde establecieron los principios de unión, adoptaron un Manual y escogieron el nombre de Iglesia de Cristo de la Santidad. La unión se consumó al año siguiente en un concilio general de delegados que sesionó en Pilot Point, Texas. La publicación oficial de la iglesia era The Holiness Evangel. Sus otros ministros sobresalientes fueron William E. Fisher, J. D. Scott y J. T. Upchurch. Entre sus dirigentes laicos se contaba a Edwin H. Sheeks, R. B. Mitchum y la señora Donie Mitchum.

    Varios de los dirigentes de esa iglesia eran miembros activos de la Asociación de Santidad de Texas, cuerpo interdenominacional de gran vitalidad, que auspiciaba una universidad en Peniel cerca de Greenville, Texas. La asociación también auspiciaba el Pentecostal Advocate, la principal publicación de santidad del suroeste del país, que llegó a ser una publicación nazarena en 1910. El reverendo E. C. DeJernett y el laico C. A. McConnell, eran obreros prominentes de esta organización.

    La Iglesia del Nazareno

    En octubre de 1895, el reverendo Phineas F. Bresee, D.D., el Dr. Joseph P. Widney y otras 100 personas aproximadamente, entre quienes estaban Alice P. Baldwin, Leslie F. Gay, W. S. Knott y su esposa Lucy P. Knott, C. E. McKee y miembros de las familias Bresee y Widney, organizaron la Iglesia del Nazareno en Los Ángeles, California. Desde el principio vieron a esta iglesia como la primera de una denominación que predicaba la realidad de la entera santificación recibida mediante la fe en Jesucristo. Ellos sostuvieron que los cristianos santificados por fe deberían seguir el ejemplo de Cristo y predicar el evangelio a los pobres. Consideraron haber sido llamados especialmente para este trabajo. Ellos creyeron que la elegancia y ornamentación innecesarias en las casas de adoración no representaban el espíritu de Cristo sino el espíritu del mundo y que su inversión de tiempo y dinero debería darse a ministerios a la semejanza de Cristo para la salvación de almas y la ayuda para los necesitados. Organizaron la iglesia acorde con estos propósitos. Adoptaron reglas generales, una declaración de fe, una estructura basada en una superintendencia limitada, procedimientos para la consagración de diaconisas y la ordenación de presbíteros, y un ritual. Todo ello fue publicado como un Manual a partir de 1898. Se publicaba una revista que se llamaba The Nazarene, y después The Nazarene Messengerwidney. La Iglesia del Nazareno se extendió principalmente a lo largo de la costa occidental del país y se formaron algunas congregaciones al este de las Montañas Rocallosas, hasta el estado de Illinois.

    Entre los ministros que unieron sus destinos a la nueva iglesia estaban H. D. Brown, W. E. Shepard, C. W. Ruth, L. B. Kent, Isaiah Reid, J. B. Creighton, C. E. Cornell, Robert Pierce y W. C. Wilson. Entre los primeros que fueron ordenados por la nueva iglesia estuvieron el mismo Joseph P. Widney, Elsie y DeLance Wallace, Lucy P. Knott y E. A. Girvin.

    Los 38 años de experiencia de Phineas F. Bresee como pastor, superintendente, editor, miembro de junta de regentes de una universidad y predicador de cultos campestres en el metodismo, así como su magnetismo personal peculiar, se aunaron en el desarrollo de la estrategia eclesiástica que llevó consigo a la unión de las iglesias de santidad en un cuerpo nacional.

    El año de unión: 1907-1908

    La Asociación de Iglesias Pentecostales de América, la Iglesia del Nazareno y la Iglesia de Cristo de la Santidad llegaron a asociarse gracias a C. W. Ruth, quien fungía como superintendente general asistente de la Iglesia del Nazareno, y quien había establecido amplias amistades en todo el movimiento wesleyano de santidad. Los delegados de la Asociación de Iglesias Pentecostales de América y de la Iglesia del Nazareno sesionaron en una asamblea general en Chicago del 10 al 17 de octubre de 1907. Los grupos que se estaban uniendo quedaron de acuerdo en un tipo de gobierno de la iglesia que equilibrara la necesidad de una superintendencia con la independencia de las congregaciones locales. Los superintendentes auspiciarían y atenderían a las iglesias ya establecidas. Se encargarían de organizar y estimular la organización de iglesias en todo lugar, pero su autoridad no debía interferir con las acciones independientes de una iglesia plenamente organizada. Además, la Asamblea General adoptó el nombre de Iglesia del Nazareno Pentecostal para el cuerpo unido formado de ambas organizaciones. Phineas F. Bresee e Hiram F. Reynolds fueron elegidos superintendentes generales. En las sesiones de la asamblea estuvo presente una delegación de observadores de la Iglesia de Cristo de la Santidad y participó en ella.

    Durante el siguiente año ocurrieron otras dos adiciones. En abril de 1908 P. F. Bresee organizó una congregación de la Iglesia del Nazareno Pentecostal en Peniel, Texas. Algunos de los miembros de esa iglesia eran dirigentes principales de la Asociación de Santidad de Texas, lo cual preparó el camino para que otros miembros se unieran. En septiembre, la Conferencia de Pennsylvania de la Iglesia Cristiana de la Santidad, después de recibir el permiso de su Conferencia General, decidió disolverse y, bajo la dirección de H. G. Trumbaur, se unió a la Iglesia del Nazareno Pentecostal.

    La segunda Asamblea General de la Iglesia del Nazareno Pentecostal se reunió en sesión combinada con el Concilio General de la Iglesia de Cristo de la Santidad, del 8 al 14 de octubre de 1908, en Pilot Point, Texas. El año de unión terminó el martes 13 de octubre por la mañana cuando el señor R. B. Mitchum propuso y C. W. Ruth secundó esta moción: “Que la unión de las dos iglesias sea consumada ahora”. Varios hablaron a favor de la moción. Phineas Bresee había estado tratando de lograr ese propósito. A las 10:40 a.m., en medio de gran entusiasmo, la asamblea poniéndose de pie aprobó la unión por voto unánime.

    La denominación cambia de nombre. La Asamblea General de 1919, atendiendo a la petición de 35 asambleas de distrito, cambió oficialmente el nombre a Iglesia del Nazareno debido al nuevo significado que se le daba a la palabra “pentecostal”.

    Adiciones posteriores

    Después de 1908 otros grupos se unieron a la Iglesia del Nazareno:

    La Misión Pentecostal. En 1898 el reverendo J. O. McClurkan, evangelista de la iglesia Presbiteriana Cumberland, encabezó la formación de la Alianza Pentecostal en Nashville, en la cual se asociaron creyentes de santidad de Tennessee y de otros estados circunvecinos. Este cuerpo era muy misionero en espíritu y envió misioneros a Cuba, Guatemala, México e India. Su fundador murió en 1914. Al año siguiente, su grupo, que era conocido como la Misión Pentecostal, se unió a la Iglesia del Nazareno Pentecostal.

    Iglesia Pentecostal de Escocia. En 1906 el pastor George Sharpe, de la Iglesia Congregacional de Parkhead, Glasgow, fue expulsado de su púlpito por predicar la doctrina wesleyana de santidad cristiana. Los ochenta miembros que salieron con él inmediatamente formaron la Iglesia Pentecostal de Parkhead. Otras congregaciones fueron organizadas y, en 1909, se formó la Iglesia Pentecostal de Escocia. Ese cuerpo se unió a la Iglesia del Nazareno Pentecostal en noviembre de 1915.

    Asociación Laica de Santidad. La Asociación Laica de Santidad se formó bajo la dirección de S.A. Danford en 1917, en Jamestown, North Dakota, para impulsar la causa del avivamiento wesleyano de santidad en los Estados Dakota, Minnesota y Montana. Este grupo publicó un periódico llamado The Holiness Layman. J. G. Morrison fue elegido presidente en 1919 y dirigió una organización con más de 25 evangelistas y obreros. En 1922 Morrison, junto a la mayoría de esos obreros y más de mil de sus miembros, se unió a la Iglesia del Nazareno.

    Asociación Hephzibah Misionera de Fe. Este grupo misionero, cuyo centro estaba en Tabor, Iowa, fue organizado en 1893 por el presbítero George Weavers y después envió a más de 80 obreros a más de media docena de países. Alrededor de 1950 las iglesias de Tabor, la misión en África del Sur y otras partes de la organización se unieron a la Iglesia del Nazareno.

    Misión Internacional de Santidad. El señor David Thomas, hombre de negocios y predicador laico, fundó la Misión de Santidad en Londres en 1907. Bajo su liderazgo se desarrolló un trabajo misionero muy extenso en el sur de África por lo cual la iglesia cambió su nombre a Misión Internacional de Santidad en 1917. Esta se unió a la Iglesia del Nazareno el 29 de octubre de 1952, con 28 iglesias y más de 1,000 feligreses en Inglaterra, bajo la superintendencia de J. B. Maclagan y con una obra misionera dirigida por 36 misioneros en África.

    Iglesia de Santidad El Calvario. En 1934 los reverendos Maynard James y Jaco Ford, que habían sido evangelistas itinerantes en la Misión Internacional de Santidad, fundaron la Iglesia de Santidad El Calvario. El 11 de junio de 1955 esa iglesia, con sus 22 congregaciones y más de 600 miembros, se unió a la Iglesia del Nazareno. La unión de la Misión Internacional de Santidad y de la Iglesia de Santidad El Calvario fue resultado primordialmente de la visión y de los esfuerzos del superintendente nazareno de distrito George Frame.

    La Iglesia de Obreros del Evangelio de Canadá. Esta iglesia, que fue organizada por Frank Goff en Ontario, Canadá, en 1918, surgió de un grupo anterior llamado los Obreros de Santidad. Se unió a la Iglesia del Nazareno el 7 de septiembre de 1958 añadiendo cinco iglesias y aproximadamente 200 miembros al Distrito Central de Canadá.

    Iglesia del Nazareno (Nigeria). En la década de 1940 en Nigeria se organizó una iglesia wesleyana de santidad, bajo dirección autóctona. Adoptó el nombre de Iglesia del Nazareno y derivó sus creencias doctrinales y nombre en parte del Manual de la Iglesia del Nazareno Internacional. Bajo la dirección de Jeremiah U. Ekaidem se unió a ésta el 3 de abril de 1988, lo cual dio lugar a la creación de un nuevo distrito con 39 iglesias y 6,500 miembros.

    Hacia una Iglesia mundial

    La Iglesia del Nazareno tuvo dimensiones internacionales desde su nacimiento. Para el tiempo de la asamblea de unión de 1908, los nazarenos estaban sirviendo y dando testimonio no sólo en los Estados Unidos, sino también en México, las islas de Cabo Verde, India, Japón y África del Sur, países a los que ya habían enviado misioneros —como testimonio viviente del impacto del movimiento misionero del siglo XIX en los grupos religiosos que formaron lo que ahora es la Iglesia del Nazareno.La Asociación de Iglesias Pentecostales de América inició la expansión a nuevas áreas del mundo, comenzando en Asia en 1898. La Misión Pentecostal estaba trabajando en América Central para el año 1900, en el Caribe en 1902 y en América del Sur en 1909. En África, los nazarenos que estaban activos allí en 1907 fueron reconocidos más tarde como misioneros denominacionales.

    La expansión subsecuente en la región Australia-Pacífico del Sur empezó en 1945, y en el continente europeo en 1948. En estos casos, la Iglesia del Nazareno entró al identificarse con ministros de esos países que ya predicaban y enseñaban el mensaje wesleyano de santidad: A. A. E. Berg en Australia y Alfredo del Rosso en Italia.

    En el desarrollo de un ministerio mundial, la Iglesia del Nazareno ha dependido históricamente de la energía de obreros nacionales de los respectivos países, los cuales han compartido con los misioneros las tareas de predicar y enseñar el mensaje de la gracia. En 1918 un misionero en la India hizo la observación de que sus asociados nacionales incluían tres predicadores, cuatro maestros, tres colportores y cinco colportoras. Para 1936 la proporción de obreros del país en relación a misioneros de la Iglesia del Nazareno alrededor del mundo era mayor que cinco a uno.

    Los países a los que la iglesia ha llegado sumaron un total de 155 en 2009. Miles de ministros y obreros laicos han contextualizado a la Iglesia del Nazareno en sus respectivas culturas, contribuyendo así al mosaico de identidades nacionales que forman nuestra comunión internacional.

    Características de ministerio internacional

    Históricamente, el ministerio nazareno mundial se ha concentrado en evangelismo, ministerios de compasión y educación. El impulso evangelístico fue ejemplificado en las vidas de H. F. Schmelzenbach, L. S. Tracy, Esther Carson Winans, Samuel Krikorian y otros cuyos nombres simbolizan esta dimensión de ministerio. Nuestras iglesias y distritos continúan reflejando alrededor del mundo un carácter de avivamiento y evangelismo.

    Las raíces internacionales del ministerio de compasión nazareno descansan en el apoyo dado en los primeros años para mitigar el hambre, así como en el trabajo de orfanatorios en la India. Esa labor recibió un gran impulso de la Unión Nazarena Médica Misionera, organizada a principios de la década de 1920 para edificar el Hospital Memorial Bresee en Tamingfú, China. En Suazilandia, África, se ha desarrollado un extenso trabajo médico y otros ministerios de compasión han tomado forma alrededor del mundo.

    La educación es un aspecto de ministerio mundial ejemplificado en los primeros años de la iglesia por la Escuela “Hope” paraNiñas, fundada en Calcuta por la señora Sukhoda Banarji en 1905, y adoptada al año siguiente por la Iglesia del Nazareno. Fuera de los Estados Unidos y Canadá, los nazarenos hemos establecido escuelas de educación primaria y de preparación de ministros. Contamos con seminarios de posgrado e instituciones teológicas a nivel universitario en Australia, Costa Rica, Inglaterra, Filipinas y en los Estados Unidos; universidades en África, Brasil, Canadá, Corea, Trinidad y Estados Unidos; tres escuelas de enfermería en África, la India y Papúa Nueva Guinea; y 32 instituciones bíblico/teológicas de educación superior en todo el mundo.

    La iglesia ha avanzado conforme se han ido desarrollando estos componentes de su misión. En 2009 la Iglesia del Nazareno tenía una feligresía internacional de 1,837,393 distribuida en más de 22,807 congregaciones (que incluyen iglesias organizadas y otros grupos en proceso de organización).

    Como resultado de este desarrollo histórico, la denominación está hoy en la posibilidad, con una agenda inconclusa, de pasar de “una presencia internacional” a “una comunidad internacional” de fe. El reconocimiento de ello llevó a la Asamblea General de 1976 a autorizar la creación de una Comisión de Internacionalización, cuyo informe a la Asamblea General de 1980 llevó a la creación de un sistema de áreas de regiones mundiales. El número y los límites de las regiones mundiales originales han cambiado desde entonces. Las que tenemos al presente son: la Región de África, la Región de Asia-Pacífico, la Región de Canadá, la Región del Caribe, la Región de Eurasia, la Región de México y América Central, la Región de Sudamérica y ocho regiones en los Estados Unidos.

  • En qué creemos

    A fin de que mantengamos nuestra herencia dada por Dios, la fe una vez dada a los santos, especialmente la doctrina y experiencia de la entera santificación como segunda obra de gracia, y también para que cooperemos eficazmente con otras ramas de la iglesia de Jesucristo en expandir el reino de Dios, nosotros, los ministros y los miembros laicos de la Iglesia del Nazareno en conformidad con los principios de la legislación constitucional establecida entre nosotros, por la presente ordenamos, adoptamos y publicamos como la ley fundamental o Constitución de la Iglesia del Nazareno, los siguientes Artículos de Fe.

    I. El Dios trino

    Creemos en un solo Dios eternamente existente e infinito, Creador y Sustentador Soberano del universo; que sólo Él es Dios, santo en naturaleza, atributos y propósito. El Dios, quien es amor santo y luz, es trino en su ser esencial, revelado como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

    (Génesis 1; Levítico 19:2; Deuteronomio 6:4-5; Isaías 5:16; 6:1-7; 40:18-31; Mateo 3:16-17; 28:19-20; Juan 14:6-27; 1 Corintios 8:6; 2 Corintios 13:14; Gálatas 4:4-6; Efesios 2:13-18, 1 Juan 1:5; 4:8).

    II. Jesucristo

    Creemos en Jesucristo, la Segunda Persona de la Divina Trinidad; que Él eternalmente es uno con el Padre; que se encarnó por obra del Espíritu Santo y que nació de la virgen María, de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, es decir, la deidad y la humanidad, fueron unidas en una persona, verdadero Dios y verdadero hombre, el Dios-hombre. Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados, y que ciertamente se levantó de entre los muertos y tomó otra vez su cuerpo, junto con todo lo perteneciente a la perfección de la naturaleza humana, con el cual ascendió al cielo y está allí intercediendo por nosotros.

    (Mateo 1:20-25; 16:15-16; Lucas 1:26-35; Juan 1:1-18; Hechos 2:22-36; Romanos 8:3, 32-34; Gálatas 4:4-5; Filipenses 2:5 11; Colosenses 1:12-22; 1 Timoteo 6:14-16; Hebreos 1:1-5; 7:22-28; 9:24-28; 1 Juan 1:1-3; 4:2-3, 15).

    III. El Espíritu Santo

    Creemos en el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Divina Trinidad, que está siempre presente y eficazmente activo en la Iglesia de Cristo y juntamente con ella, convenciendo al mundo de pecado, regenerando a los que se arrepienten y creen, santificando a los creyentes y guiando a toda verdad la cual está en Jesucristo.

    (Juan 7:39; 14:15-18, 26; 16:7-15; Hechos 2:33; 15:8-9; Romanos 8:1-27; Gálatas 3:1-14; 4:6; Efesios 3:14-21; 1 Tesalonicenses 4:7-8; 2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2; 1 Juan 3:24; 4:13).

    IV. Las Sagradas Escrituras

    Creemos en la inspiración plenaria de las Sagradas Escrituras, por las cuales aceptamos los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamentos dados por inspiración divina, revelando infaliblemente la voluntad de Dios respecto a nosotros en todo lo necesario para nuestra salvación, de manera que no se debe imponer como Artículo de Fe ninguna enseñanza que no esté en ellas.

    (Lucas 24:44-47; Juan 10:35; 1 Corintios 15:3-4; 2 Timoteo 3:15-17; 1 Pedro 1:10-12; 2 Pedro 1:20-21).

    V. El pecado, original y personal

    Creemos que el pecado entró en el mundo por la desobediencia de nuestros primeros padres, y la muerte por el pecado. Creemos que el pecado es de dos clases: Pecado original o depravación y pecado actual o personal.

    Creemos que el pecado original, o depravación, es aquella corrupción de la naturaleza de toda la descendencia de Adán, razón por la cual todo ser humano está muy apartado de la justicia original o estado de pureza de nuestros primeros padres al tiempo de su creación, es adverso a Dios, no tiene vida espiritual, está inclinado al mal y esto de continuo. Además, creemos que el pecado original continúa existiendo en la nueva vida del regenerado hasta que el corazón es totalmente limpiado por el bautismo con el Espíritu Santo.

    Creemos que el pecado original difiere del pecado actual, por cuanto constituye una propensión heredada al pecado actual de la que nadie es responsable, sino hasta que el remedio divinamente provisto haya sido menospreciado o rechazado.

    Creemos que el pecado actual o personal es la violación voluntaria de una ley conocida de Dios cometida por una persona moralmente responsable. Por tanto, no debe ser confundido con fallas involuntarias o inevitables, debilidades, faltas, errores, fracasos u otras desviaciones de una norma de conducta perfecta, los cuales son residuos de la caída. Sin embargo, tales efectos inocentes no incluyen actitudes o respuestas contrarias al Espíritu de Cristo, las que pueden llamarse propiamente pecados del espíritu. Creemos que el pecado personal es primordial y esencialmente una violación de la ley del amor y que, en relación con Cristo, el pecado puede definirse como incredulidad.

    (Pecado original: Génesis 3; 6:5; Job 15:14; Salmo 51:5; Jeremías 17:9-10; Marcos 7:21-23; Romanos 1:18-25; 5:12-14; 7:1—8:9; 1 Corintios 3:1-4; Gálatas 5:16-25; 1 Juan 1:7-8. Pecado personal: Mateo 22:36-40; Juan 8:34-36; 16:8-9; Romanos 3:23; 6:15-23; 8:18-24; 14:23; 1 Juan 1:9—2:4; 3:7-10).

    VI. La expiación

    Creemos que Jesucristo por sus sufrimientos, por el derramamiento de su preciosa sangre y por su muerte en la cruz hizo una expiación plena por todo el pecado de la humanidad, y que esta expiación es la única base de la salvación y que es suficiente para todo individuo de la raza de Adán. La expiación es misericordiosamente eficaz para la salvación de aquellos incapaces de responsabilidad moral y para los niños en su inocencia, pero para los que llegan a la edad de responsabilidad es eficaz para su salvación solamente cuando se arrepienten y creen.

    (Isaías 53:5-6, 11; Marcos 10:45; Lucas 24:46-48; Juan 1:29; 3:14-17; Hechos 4:10-12; Romanos 3:21-26; 4:17-25; 5:6-21; 1 Corintios 6:20; 2 Corintios 5:14-21; Gálatas 1:3-4; 3:13-14; Colosenses 1:19-23; 1 Timoteo 2:3-6; Tito 2:1114; Hebreos 2:9; 9:11-14; 13:12; 1 Pedro 1:18-21;2:19-25; 1 Juan 2:1-2).

    VII. La gracia preveniente

    Creemos que la creación de la raza humana a la imagen de Dios incluyó la capacidad de decidir entre el bien y el mal y que, por tanto, los seres humanos fueron hechos moralmente responsables; que a través de la caída de Adán ellos se tornaron depravados, de tal modo que ahora no pueden, por sí mismos y por sus capacidades y obras, volver a la fe e invocar a Dios. Pero también creemos que la gracia de Dios, por medio de Jesucristo, se concede gratuitamente a todas las personas, capacitando a todos los que quieran, para volverse del pecado a la justicia, para creer en Jesucristo y recibir perdón y limpieza del pecado, y para seguir las buenas obras agradables y aceptables ante Él.

    Creemos que todas las personas, aunque posean la experiencia de la regeneración y de la entera santificación, pueden caer de la gracia y apostatar y, a menos que se arrepientan de sus pecados, se perderán eternalmente y sin esperanza.

    (Semejanza divina y responsabilidad moral: Génesis 1:26-27; 2:16-17; Deuteronomio 28:1-2; 30:19; Josué 24:15; Salmo 8:3-5; Isaías 1:8-10; Jeremías 31:29-30; Ezequiel 18:1-4; Miqueas 6:8; Romanos 1:19-20; 2:1-16; 14:7-12; Gálatas 6:7-8. Incapacidad natural: Job 14:4; 15:14; Salmos 14:1-4; 51:5; Juan 3:6a; Romanos 3:10-12; 5:12-14, 20a; 7:14-25. Don de gracia y obras de fe: Ezequiel 18:25-26; Juan 1:12-13; 3:6b; Hechos 5:31; Romanos 5:6-8, 18; 6:15-16, 23; 10:6-8; 11:22; 1 Corintios 2:9-14; 10:112; 2 Corintios 5:18-19; Gálatas 5:6; Efesios 2:8-10; Filipenses 2:12-13; Colosenses 1:21-23; 2 Timoteo 4:10a; Tito 2:11-14; Hebreos 2:1-3; 3:12-15; 6:4-6; 10:26-31; Santiago 2:18-22; 2 Pedro 1:10-11; 2:20-22).

    VIII. El arrepentimiento

    Creemos que el arrepentimiento, que es un cambio sincero y completo de la mente respecto al pecado, con el reconocimiento de culpa personal y la separación voluntaria del pecado, se exige de todos los que por acción o propósito han llegado a ser pecadores contra Dios. El Espíritu de Dios da a todos los que quieran arrepentirse la ayuda benigna de la contrición de corazón y la esperanza de misericordia para que puedan creer a fin de recibir perdón y vida espiritual.

    (2 Crónicas 7:14; Salmos 32:5-6; 51:1-17; Isaías 55:6-7; Jeremías 3:12-14; Ezequiel 18:30-32; 33:14-16; Marcos 1:14-15; Lucas 3:1-14; 13:1-5;18:9-14; Hechos 2:38; 3:19; 5:31; 17:30-31; 26:16-18; Romanos 2:4; 2 Corintios 7:8-11; 1 Tesalonicenses 1:9; 2 Pedro 3:9).

    IX. La justificación, la regeneración y la adopción

    Creemos que la justificación es aquel acto benigno y judicial de Dios, por el cual Él concede pleno perdón de toda culpa, la remisión completa de la pena por los pecados cometidos y la aceptación como justos de los que creen en Jesucristo y lo reciben como Salvador y Señor.

    Creemos que la regeneración, o nuevo nacimiento, es aquella obra de gracia de Dios, por la cual la naturaleza moral del creyente arrepentido es vivificada espiritualmente y recibe una vida distintivamente espiritual, capaz de experimentar fe, amor y obediencia.

    Creemos que la adopción es aquel acto benigno de Dios, por el cual el creyente justificado y regenerado se constituye en hijo de Dios.

    Creemos que la justificación, la regeneración y la adopción son simultáneas en la experiencia de los que buscan a Dios y se obtienen por el requisito de la fe, precedida por el arrepentimiento y que el Espíritu Santo da testimonio de esta obra y estado de gracia.

    (Lucas 18:14; Juan 1:12-13; 3:3-8; 5:24; Hechos 13:39; Romanos 1:17; 3:2126, 28; 4:5-9, 17-25; 5:1, 16-19; 6:4; 7:6; 8:1, 15-17; 1 Corintios 1:30; 6:11; 2 Corintios 5:17-21; Gálatas 2:16-21; 3:1-14, 26; 4:4-7; Efesios 1:6-7; 2:1, 4-5; Filipenses 3:3-9; Colosenses 2:13; Tito 3:4-7; 1 Pedro 1:23; 1 Juan 1:9; 3:1-2, 9; 4:7; 5:1, 9-13, 18).

    X. La santidad cristiana y la entera santificación

    Creemos que la santificación es la obra de Dios por medio de la cual transforma a los creyentes a la semejanza de Cristo. Ésta es efectuada mediante la gracia de Dios por el Espíritu Santo en la santificación inicial, o regeneración (simultánea a la justificación), la entera santificación y la obra continua de perfeccionamiento del creyente por el Espíritu Santo, culminando en la glorificación, en la cual somos completamente conformados a la imagen del Hijo.

    Creemos que la entera santificación es el acto de Dios, subsecuente a la regeneración, por el cual los creyentes son hechos libres del pecado original o depravación, y son llevados a un estado de entera devoción a Dios y a la santa obediencia de amor hecho perfecto. Es efectuada por la llenura o el bautismo con el Espíritu Santo; y en una sola experiencia incluye la limpieza de pecado del corazón y la morada permanente y continua del Espíritu Santo, capacitando al creyente para la vida y el servicio.

    La entera santificación es provista por la sangre de Jesús, efectuada instantáneamente por la gracia mediante la fe y precedida por la entera consagración. El Espíritu Santo da testimonio de esta obra y estado de gracia. Esta experiencia se conoce también con varios nombres que representan sus diferentes fases, tales como “la perfección cristiana”, “el amor perfecto”, “la pureza de corazón”, “la llenura o el bautismo con el Espíritu Santo”, “la plenitud de la bendición” y “la santidad cristiana”.

    Creemos que hay una clara distinción entre el corazón puro y el carácter maduro. El primero se obtiene instantáneamente como resultado de la entera santificación; el segundo es resultado del crecimiento en la gracia. Creemos que la gracia de la entera santificación incluye el impulso divino para crecer en gracia como discípulo semejante a Cristo. Sin embargo, este impulso se debe cultivar conscientemente, y se debe dar atención cuidadosa a los requisitos y procesos del desarrollo espiritual y mejoramiento de carácter y personalidad en semejanza a Cristo. Sin ese esfuerzo con tal propósito, el testimonio de uno puede debilitarse, y la gracia puede entorpecerse y finalmente perderse. Al participar en los medios de gracia, especialmente en la comunión cristiana, en las disciplinas espirituales y en los sacramentos de la iglesia, los creyentes crecen en gracia y en amor sincero para con Dios y con el prójimo.

    (Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:25-27; Malaquías 3:2-3; Mateo 3:11-12; Lucas 3:16-17; Juan 7:37-39; 14:15-23; 17:6-20; Hechos 1:5; 2:1-4; 15:8-9; Romanos 6:11-13, 19; 8:1-4, 8-14; 12:1-2; 2 Corintios 6:14— 7:1; Gálatas 2:20; 5:16-25; Efesios 3:14-21; 5:17-18, 25-27; Filipenses 3:10-15; Colosenses 3:1-17; 1 Tesalonicenses 5:23-24; Hebreos 4:9-11; 10:10-17; 12:1-2; 13:12; 1 Juan 1:7, 9). (“Perfección cristiana”, “amor perfecto”: Deuteronomio 30:6; Mateo 5:43-48; 22:37-40; Romanos 12:9-21; 13:8-10; 1 Corintios 13; Filipenses 3:10-15; Hebreos 6:1; 1 Juan 4:17-18 “Pureza de corazón”: Mateo 5:8; Hechos 15:8-9; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:3 “La llenura o el bautismo con el Espíritu Santo”: Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:25-27; Malaquías 3:2-3; Mateo 3:11-12; Lucas 3:16-17; Hechos 1:5; 2:1-4; 15:8-9 “Plenitud de la bendición”: Romanos 15:29 “Santidad cristiana”: Mateo 5:1—7:29; Juan 15:1-11; Romanos 12:1— 15:3; 2 Corintios 7:1; Efesios 4:17—5:20; Filipenses 1:9-11; 3:12-15; Colosenses 2:20—3:17; 1 Tesalonicenses 3:13; 4:7-8; 5:23; 2 Timoteo 2:19-22; Hebreos 10:19-25; 12:14; 13:20-21; 1 Pedro 1:15-16; 2 Pedro 1:1-11; 3:18; Judas 20-21).

    XI. La Iglesia

    Creemos en la Iglesia, la comunidad que confiesa a Jesucristo como Señor, el pueblo del pacto de Dios renovado en Cristo, el Cuerpo de Cristo llamado a ser uno por el Espíritu Santo mediante la Palabra. Dios llama a la Iglesia a expresar su vida en la unidad y la comunión del Espíritu; en adoración por medio de la predicación de la Palabra de Dios, en la observancia de los sacramentos y el ministerio en su nombre; en la obediencia a Cristo, la vida santa y la mutua rendición de cuentas.

    La misión de la Iglesia en el mundo es compartir la obra redentora y el ministerio reconciliador de Cristo en el poder del Espíritu. La Iglesia cumple su misión haciendo discípulos mediante el evangelismo, la educación, mostrando compasión, trabajando por la justicia y dando testimonio al reino de Dios.

    La Iglesia es una realidad histórica que se organiza en formas culturalmente adaptadas; existe tanto como congregaciones locales y como cuerpo universal; aparta a personas llamadas por Dios para ministerios específicos. Dios llama a la iglesia a vivir bajo su gobierno en anticipación de la consumación en la venida de nuestro Señor Jesucristo.

    (Éxodo 19:3; Jeremías 31:33; Mateo 8:11; 10:7; 16:13-19, 24; 18:15-20; 28:1920; Juan 17:14-26; 20:21-23; Hechos 1:7-8; 2:32-47; 6:1-2; 13:1; 14:23; Romanos 2:28-29; 4:16; 10:9-15; 11:13-32; 12:1-8; 15:1-3; 1 Corintios 3:5-9; 7:17; 11:1, 17-33; 12:3, 12-31; 14:26-40; 2 Corintios 5:11—6:1; Gálatas 5:6, 13-14; 6:1-5, 15; Efesios 4:1-17; 5:25-27; Filipenses 2:1-16; 1 Tesalonicenses 4:1-12; 1 Timoteo 4:13; Hebreos 10:19-25; 1 Pedro 1:1-2, 13; 2:4-12, 21; 4:1-2, 10-11; 1 Juan 4:17; Judas 24; Apocalipsis 5:9-10).

    XII. El bautismo

    Creemos que el bautismo cristiano, ordenado por nuestro Señor, es un sacramento que significa la aceptación de los beneficios de la expiación de Jesucristo, que debe administrarse a los creyentes, y que declara su fe en Jesucristo como su Salvador y su pleno propósito de obediencia en santidad y justicia. Siendo el bautismo un símbolo del nuevo pacto, se puede bautizar a niños pequeños, a petición de sus padres o tutores, quienes prometerán la enseñanza cristiana necesaria.

    El bautismo puede ser administrado por aspersión, afusión o inmersión, según la preferencia del candidato.

    (Mateo 3:1-7; 28:16-20; Hechos 2:37-41; 8:35-39; 10:44-48; 16:29-34; 19:16; Romanos 6:3-4; Gálatas 3:26-28; Colosenses 2:12; 1 Pedro 3:18-22).

    XIII. La santa cena

    Creemos que la cena conmemorativa y de comunión instituida por nuestro Señor y Salvador Jesucristo es esencialmente un sacramento del Nuevo Testamento, que declara su muerte expiatoria, por cuyos méritos los creyentes tienen vida y salvación, y la promesa de todas las bendiciones espirituales en Cristo. Es distintivamente para aquellos que están preparados para apreciar con reverencia su significado y por ella anuncian la muerte del Señor hasta que Él venga otra vez. Siendo la fiesta de comunión, sólo aquellos que tienen fe en Cristo y amor para los santos deben ser llamados a participar en ella.

    (Éxodo 12:1-14; Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:17-20; Juan 6:28-58; 1 Corintios 10:14-21; 11:23-32).

    XIV. La sanidad divina

    Creemos en la doctrina bíblica de la sanidad divina e instamos a nuestro pueblo a ofrecer la oportunidad de hacer la oración de fe para la sanidad de los enfermos. Creemos también que Dios sana a través de la ciencia médica.

    (2 Reyes 5:1-19; Salmos 103:1-5; Mateo 4:23-24; 9:18-35; Juan 4:46-54; Hechos 5:12-16; 9:32-42; 14:8-15; 1 Corintios 12:4-11; 2 Corintios 12:7-10; Santiago 5:13-16).

    XV. La segunda venida de Cristo

    Creemos que el Señor Jesucristo vendrá otra vez; que los que vivamos en el momento de su venida no precederemos a los que durmieron en Cristo Jesús; mas si hemos permanecido en Él, seremos arrebatados con los santos resucitados para reunirnos con el Señor en el aire, y estaremos siempre con Él.

    (Mateo 25:31-46; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Tito 2:11-14; Hebreos 9:26-28; 2 Pedro 3:3-15; Apocalipsis 1:7-8; 22:7-20).

    XVI. La resurrección, el juicio y el destino

    Creemos en la resurrección de los muertos, que los cuerpos tanto de los justos como de los injustos serán resucitados y unidos con sus espíritus —“los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.

    Creemos en el juicio futuro en el cual toda persona comparecerá ante Dios para ser juzgada según sus hechos en esta vida.

    Creemos que a los que son salvos por creer en Jesucristo nuestro Señor y le siguen en obediencia se les asegura la vida gloriosa y eterna; y que los que permanezcan impenitentes hasta el fin, sufrirán eternamente en el infierno.

    (Génesis 18:25; 1 Samuel 2:10; Salmo 50:6; Isaías 26:19; Daniel 12:2-3; Mateo 25:31-46; Marcos 9:43-48; Lucas 16:19-31; 20:27-38; Juan 3:16- 18; 5:25-29; 11:21-27; Hechos 17:30-31; Romanos 2:1-16; 14:7-12; 1 Corintios 15:12-58; 2 Corintios 5:10; 2 Tesalonicenses 1:5-10; Apocalipsis 20:11-15; 22:1-15).

  • Propósito

    Nuestro propósito en América del Sur es la multiplicación de siervos-discípulos-líderes del Señor Jesucristo, comprometidos a ser semejantes a Él y desarrollar la iglesia local en manera integral para establecer el reino de Dios en su comunidad, facilitando así el cumplimiento
 de la Gran Comisión en las naciones.

    Cada organización que trasciende en el tiempo está basada profundamente sobre una combinación de propósitos, creencias y valores. La iglesia fue creada para transformar el mundo, para extender las Santas Escrituras (para ser semejantes a Cristo). Queremos cumplir la Gran Comisión de la iglesia y al mismo tiempo ser una iglesia de santidad. Nuestra misión es hacer discípulos de Cristo en todo el mundo.

    La Iglesia del Nazareno cree que tú puedes descubrir: perdón, paz, gozo, propósito, amor y significado para tu vida y la promesa del cielo cuando pongas tu vida en Cristo y tengas una relación personal con Dios por medio de Jesucristo.

    Nosotros creemos que hay un mejor modo de vida para el cristiano en quienes hay, victoria sobre el pecado, poder para testificar, servir y un gran compañerismo con Dios. Esta felicidad en el cristiano se da por la entera santificación (purificación) del Espíritu Santo.

    Cada congregación local de la Iglesia del Nazareno es una comunidad de fe, lista para saludarte en el nombre de Jesús. Ahí tú descubrirás oportunidades no únicamente el encuentro con Jesucristo como tu Señor y Salvador, sino un crecimiento como un seguidor de Cristo. Las congregaciones locales ofrecen ministerios y oportunidades para servir a otros.

    Compañerismo, cultos, formación y educación son parte de nuestra vida junto a Cristo. Con 12 mil congregaciones alrededor del mundo, nuestra misión y visión abarca el mundo entero. Nosotros te invitamos a experimentar el único compañerismo cerca de su Iglesia del Nazareno.

  • Informes Pastorales