Sal 144:9-15

“Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.”

¿Qué significa eso para mi? Dios es Dios, pero no es Señor aún para todos. Es muy diferente referirse a Dios como Señor y por eso el salmista marca una gran diferencia al expresar esa gran verdad. El señorío de Dios en mi vida se refiere a si es Él quien gobierna y quien dirige todos mis pasos o solo en algunas cosas. Cuando un pueblo deja que Dios sea Señor, la transformación social es eminente. Los grandes avivamientos del mundo se han dado cuando un pueblo ha dejado que Dios sea el Señor. Obvio eso tiene un precio: la obediencia radical a Dios va en contra del corazón humano después de la caída en el Edén. Por eso Cristo vino a mostrarnos como vive un humano en obediencia radical a Dios. ¿Estoy dispuesto a vaciarme cada día de mi mismo para seguir siendo lleno de Él?

¿Cómo puedo poner en práctica hoy mi meditación en la Palabra? Ya no vivo para mi. Ya no es mi proyecto de vida, es el proyecto que Dios tiene para mi. Vivo para Él y eso debo tenerlo cada minuto de mi día bien claro. 

Pastor Jose